Nombre:
Manuel Simón Viola Morato
Origen:
La Codosera, Badajoz, 1955
Identidad:
Profesor, Periodista, Ensayista...
Blog:
http://simonviola.blogspot.com.es
Contacto
Manuel Simón Viola (La Codosera, Badajoz, 1955) es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura. Desde 1978 imparte clases en los niveles de Enseñanza Media del Colegio Claret de Don Benito hacia los que va dirigido su primer trabajo: Introducción al comentario de textos (Método y práctica), Don Benito, 1992 (reeditado en Badajoz, 1996).
Ha colaborado con reseñas y artículos en los periódicos Hoy, El periódico de Extremadura, ABC, y en las revistas Catedra nova, Revista de Extremadura, Revista de Estudios Extremeños, Oeste Gallardo, Frontera, Zurgai (Bilbao), Ventana abierta (Don Benito), Empresa 92 (Mérida), Hipsipila (Manizales, Colombia), Filología Hispalensis, Boletín de la Real Academia de Extremadura..., así como en otras obras colectivas (El libro extremeño en la enseñanza. Mérida, ERE, 1994),
Junto con José Carlos García de Paredes, es codirector del Aula Literaria Guadiana desde su fundación en 2002. En el mes de mayo de 2004 logró el VII Premio Nacional de Periodismo “Francisco Valdés”, otorgado por un jurado presidido por José Miguel Santiago Castelo, presidente de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, con una artículo titulado “Una narrativa testimonial”, aparecido en “Cuadernos de Extremadura”, suplemento semanal de El periódico de Extremadura, trabajo que traza un recorrido por la obra lírica y narrativa de la escritora extremeña Dulce Chacón, fallecida en diciembre de 2003.
Durante cinco años fue ponente del Taller de cuento y poesía de Don Benito. En este periodo editó dos antologías con composiciones del grupo de alumnos asistentes al taller, Cuadernos del taller. Antología del relato y la poesía (2002-2003), Don Benito, Concejalía de Cultura, 2003, y Forja del viento (cuadernos del taller, 2003-2004, Don Benito, Concejalía de Cultura, 2004. Durante los siguientes seis cursos académico fue ponente del Taller de Villanueva de la Serena. En 2010 vio la luz una antología de colaboraciones del grupo en Breve mundo imaginado. Taller del relato y la poesía de Villanueva de la Serena (2005-2010), Concejalía de Cultura, 2010. En la actualidad, es miembro del consejo de dirección de la Revista de Estudios Extremeños.
Actualmente vive en Badajoz.
JUNTO AL GÉVORA
Cuando voy unos días a La Codosera suelo dar un paseo mañanero por las afueras del pueblo siguiendo la carretera de San Vicente de Alcántara hasta llegar al río Gévora, cuyas aguas, límpidas y frías, bajan cantarinas desde Portugal a la sombra de los alisos (es el único río pacense en que las truchas pueden sobrevivir, aunque no reproducirse). El pasado domingo me crucé con un vejete que caminaba ligeramente inclinado hacia adelante con las manos cogidas a la espalda. Como en la zona de la raya es obligado saludar a los desconocidos, sopesé varias fórmulas de cortesía (Con Dios, A la paz de Dios, Buenas…) y opté finalmente por la más laica, “¡Vamos allá!”. El hombre me miró y contestó sonriendo con sorna: “Eu nao vou; eu ja venho” (No voy; yo ya vengo).
Seguí mi camino preguntándome por qué había sonreído de aquel modo hasta que di con la respuesta. ¡El muy tunante había hecho una trampa en el juego! En vez de responder al sentido de la fórmula de saludo (que, como todas las demás, es una expresión lexicalizada), había contestado al significado literal de mis palabras (tal vez porque en portugués la expresión “¡Vamos allá!” no sea propiamente un saludo). Es decir, se había burlado de mí y sonreía satisfecho de su travesura.
Pero más tarde caí en la cuenta de que, además, me había contestado en verso (cuando yo me había dirigido a él en prosa), así que reproduzcamos el poema como Dios manda.
“Eu nao vou;
eu ja venho”.
Como puede verse, se trata de un pareado de tetrasílabos blancos (“vou” es una palabra tónica y hay que sumar una sílaba; los portugueses, más perezosos que nosotros, cuentan hasta la última sílaba tónica del verso e ignoran la terminación aguda, llana o esdrújula del mismo. Para ellos, por tanto, estos versos son trisílabos). Una mirada más atenta permite descubrir que en esas ocho sílabas (al otro lado de las sierras cercanas de la frontera, recordemos, solo seis) utilizó una anáfora (ambos versos comienzan con la misma palabra), un paralelismo (las estructuras sintácticas son similares) y una antítesis (ente “vou” y “venho”). Por último, el texto, como aconsejaba Antonio Machado, permite una lectura “de frente” (yo ya regreso del paseo) y otra “al sesgo” (soy un anciano y ya vengo de vuelta).
La anécdota que cuento ejemplifica lo fácil que es extralimitarse comentando un texto: es evidente que el hombre ignora absolutamente todo lo que llevamos dicho y se sorprendería mucho del comentario (puedo imaginarlo llevándose un dedo a la sien y volviendo a sonreír con sorna). Ahora bien, el hecho de que los recursos empleados en un texto sean inconscientes o involuntarios ¿anula o entorpece su eficacia? No estoy seguro de que sea buena idea preguntárselo a él cuando vuelva a verlo.
Notas al margen [http://simonviola.blogspot.com.es/2013/03/junto-al-gevora.html]