Nombre:
Isidro Timón Rodríguez
Origen:
Cáceres (1961)
Identidad:
Director de Escena / Profesor / Dramaturgo.
Blog y/o enlaces de interés:
http://maltraviesoteatro.com/compania/
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https://buscautores.aat.es/wp-content/uploads/CURR%C3%8DCULUM-I.-Tim%C3%B3n-20-1.pdf
Contacto:
Nace en enero de 1961
Estudios inacabados: Geografía e Historia / Psicología.
Graduado en Dirección escénica y Dramaturgia Más de 40 textos escritos (la mayoría teatrales), muchos de ellos representados. Como Director de Escena firma más de 30 montajes profesionales y muchos más en el plano amateur o pedagógico. Como profesor ha impartido numerosos cursos y talleres. Fue Director del Aula de Teatro de la Universidad de Extremadura, Director del Gran Teatro de Cáceres. Actualmente codirige Maltravieso Teatro (Escuela, Sala de Teatro y Compañía de Teatro) en Cáceres.
De "Vértices y aristas" (narrativa) - (Inédito)
"El espejo no se había agrietado convirtiéndose en un extraño mapa incomprensible, fueron sus ojos. Inmediatamente comenzaron a desgranarse en pequeños trozos y a caer sobre la barra, con ruido de tibios cristales asustados".
Pidió otra copa al camarero, que colocaba vasos en la bandeja del lavavajillas con la parsimonia del que espera la llegada de la nada al fin. Le veía un poco nublado, el alcohol, sin duda, todo en su sitio. Sacó la cartera, una vieja costumbre la de pagar en el acto cada copa, aunque nadie se lo pidiese, desde siempre. Aunque el paso de la vida va amortiguando los finales de sus noches, pensó. Eran tantas las mañanas sin recordar cómo había llegado a casa que al menos en ese aspecto estaba tranquilo, era raro que nadie le reclamara una copa ya bebida.
"La luz ciñe tu cintura y llena de aire el brillo de tus ojos". Pensamientos, frases sueltas. A veces se paraba en ellas, por su belleza, o por la extrañeza que le provocaban viniendo de él, o por las imágenes que le sugerían. Le asaltaban, las frases, le nacían solas. Miraba a la mujer de la mesa alta, junto a la puerta. "La luz ciñe tu cintura y llena de aire el brillo de tu pelo". La frase y la imagen, de la mano. Y así era, la luz de la calle, la luz de los coches que, al girar desde la avenida, atravesaba el muro de cristal y la enmarcaba. Llevaba también tres copas, como él. "La luz ciñe tu cintura y llena de aire el brillo de tu pecho. Por la luz que ciñe tu cintura han huido las nubes de mis ojos agrietados…" Y se acordó de Jean Paul Sartre, de la anécdota que contaba Anne Bogart de aquel joven marinero que ya era filósofo.