Mancera Rosado, M. Esperanza


Nombre:

M. Esperanza Mancera Rosado

 

Origen:

Castuera (Badajoz) 1966 

 

Identidad:

Escritora y empleada de banca.

 

Enlaces de interés:

https://www.facebook.com/esperanza.mancera.9/

https://www.instagram.com/esperanzaescritora/#

Contacto

esperanzamanceraescritora@gmail.com



Biografía

Nacida en Badajoz en 1966. Terminé EGB en el Colegio Santo Ángel y bachillerato en el Instituto San Fernando. Estudié Ciencias Empresariales y aprobé las oposiciones para entrar en una entidad bancaria extremeña.

Mi primer destino fue Azuaga donde conocí a mi marido y con el que he tenido un hijo y una hija. 

He trabajado en varios pueblos de la campiña Sur y la Serena. Resido actualmente en Castuera y sigo siendo empleada de banca, en el sector agroalimentario. 

Empecé a escribir diarios de muy pequeña y después de treinta años, y gracias a un curso impartido por Yolanda Pallás, he decidido publicar.

Hasta ahora he publicado tres novelas cortas: “Una de cincuenta”, “Una de sesenta” y “Una de Cuarenta”. También un cuarto libro SAMADA: La colonia del Oeste, es una distopía llena de acción y aventuras. Por último: Lo que no estaba en la lista; una historia de segundas oportunidades. 

No me identifico con ningún género en concreto, pero me gusta que en todas mis novelas los personajes superen las dificultades y crezcan, y, por encima de todo, aprendan a quererse.


Amo la naturaleza y, donde vivo, puedo disfrutar de ella.

 


Obra publicada

  • UNA DE CINCUENTA; publicada en 2022
  • UNA DE SESENTA; publicada en 2023
  • UNA DE CUARENTA; publicada en 2023
  • SAMADA: la Colonia del Oeste; publicada en 2023
  • LO QUE NO ESTABA EN LA LISTA; publicada en 2023

Todos publicados en AMAZON

 


Textos

Os dejo el prólogo de SAMADA: la Colonia del Oeste.

 

SIGLO XXII: en algún lugar de la tierra después de la última gran guerra. 

 

Gael, tras varios meses escarbando la pared, y tan solo con la ayuda de un guijarro afilado, desprendió la reja de la ventana mientras los otros hombres dormían. La deslizó con extremo cuidado y, como pudo, sin hacer ruido, tomó impulso y sacó la cabeza. Miró hacia los dos lados del barracón y se cercioró de que ninguna de sus guardianas se encontrara vigilando. Se aseguró de dejar la reja en el poyete y así colocarla de nuevo sin dificultad. La altura no era de más de un metro, por lo que, con un ligero salto, impulsándose con los brazos, cayó al suelo. Permaneció en cuclillas unos segundos y aguzó el oído. Todo seguía en silencio.

Era verano y la noche estaba despejada, sin nubes. En caso de ser descubierto, su atuendo lo delataría. Debía deshacerse de la túnica marrón de obrero y aunque en un principio su idea fue huir más allá de las montañas, donde un inmenso desierto lo esperaba, cambió de opinión. Se arriesgaría a entrar en la colonia, ya que no duraría mucho en el exterior sin provisiones.

El día de su fuga fue escogido a conciencia. Aprovechó la celebración del nombramiento de la nueva patrona porque, con toda seguridad, parte de las custodias acudirían al acto, dejando más empobrecida la vigilancia, y acertó. Las mujeres que cada noche se apostaban fuera del edificio no estaban.

Caminó agachado, pegado a la pared trasera del barracón, y llegó a una de las laderas de la montaña que abrigaba al valle. Oculto entre el matorral, rodeó el gran muro de piedra de la Colonia del Oeste. Tenía que atravesar una zona más despejada de vegetación y se arrastró para no ser visto por las vigías que cada noche observaban cualquier movimiento desde las dos torres. Buscó el pasadizo en el que su hermana y él jugaban de niños, hasta que los separaron. Desde la última vez que habló con ella, habían transcurrido más de quince años. Aun así, entró con la esperanza de encontrarla y de que le ayudara. No quería seguir siendo un esclavo y saldría de allí, vivo o muerto.