Nombre:
Pilar López Ávila
Origen:
Cartagena. 1969
Identidad:
Profesora, Narradora...
Enlaces:
http://pilarlopezavila.blogspot.com.es: UNA CASA EN LA LUNA.
http://blogs.hoy.es/vivir-con-la-naturaleza/: VIVIR CON LA NATURALEZA.
http://nugaenugarum.blogspot.com.es: Nugae Nugarum (con Magnolia Sánchez).
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Contacto
Mª del Pilar López Ávila (Cartagena, 1969) vive en Cáceres desde los tres años. Doctora en Veterinaria por la Universidad de Extremadura, actualmente imparte docencia como profesora de Biología y Geología en el IES “Norba Caesarina” de Cáceres. En diciembre de 2010 recibe el tercer premio “Joaquín Sama” a la Innovación Educativa en la categoría “Una escuela más cívica y solidaria”, por el proyecto titulado “Aprovechamiento de materiales de desecho”.
-He publicado en revistas como Norbania, Norba Filatélica, Revista de Cine V.O., Revista digital Kundra.
-Desde 2003 colaboro con la revista de turismo Senderos de Extremadura en la que escribo los artículos firmados por El que camina.
SORPRENDENTES HALLAZGOS SOBRE LA PAPAVERITIS.
Según las últimas investigaciones realizadas por el eminente doctor en Fisiología Vegetal, el portugués Joao da Silva do Monte Frondoso, algunas mujeres tienen la capacidad de generar humores ricos en nutrientes similares a los que requieren las plantas para su desarrollo.
Estos “buenos humores”, en palabras del doctor Joao, “son los que se componen de una mezcla de sustancias químicamente estables, de fácil segregación y rápida asimilación por los tejidos corporales, que contienen todos los nutrientes necesarios para que los seres del reino vegetal realicen sus funciones vitales de manera adecuada”.
Los recientes descubrimientos de personas momificadas en enterramientos cercanos al mar de Arabia, realizados por la antropóloga omanesa Salalah Senburka, indican que ya en el tercer milenio antes de Cristo existían enfermedades vegetales que afectaban a algunos sectores de la población. Así, se han hallado evidencias claras de palmeritis auditiva en las momias de algunas mujeres nobles, que presumiblemente habían consumido dátiles de las palmeras que crecían en los entonces verdes y fértiles valles de Omán. “Lo más probable- cuenta la doctora Salalah- es que estas mujeres ingirieran también el pipo del dátil, lo que daba lugar a que se desarrollase cerca del canal auditivo una palmera cuyas hojas invadían el oído interno y emergían a través de la oreja, con la consiguiente pérdida de audición y, por extensión, del sentido del equilibrio”. Las investigaciones se centran ahora en desvelar la causa de que esta enfermedad afectase solamente a las mujeres de los estratos más altos de la sociedad. Una de las hipótesis que se barajan es que se tragaran intencionadamente el pipo, y así las hojas de la palmera serían utilizadas como adorno natural de las orejas, a modo de pendientes, siendo esta forma de embellecerse de las mujeres muy valorada por los hombres. Como dato curioso, conviene resaltar que sólo las palmeras datileras hembras producen dátiles.
Sin duda, el caso más dramático estudiado hasta ahora ha sido el de Clarice Bergamotte, de Colorado, que enfermó de cucumitis -vulgarmente conocida como melonitis- estomacal tras una fuerte discusión con su marido acerca de la conveniencia o no de abonar los pensamientos con gallinaza.
Según el doctor Michael Chen, que estudió este sorprendente caso, Clarice tendría una predisposición especial a sufrir enfermedades vegetales, pues ya anteriormente había padecido citronitis intestinal durante un viaje que hizo con su familia por la huerta murciana. La misma Clarice relata que tras las comidas se tomaba una o dos naranjas y que no hacía distinción entre la pulpa y los pipos, pues todo se lo tragaba. Esta enfermedad le producía abultadas deposiciones de tono anaranjado que atascaban el sanitario con el consiguiente riesgo para la salud del resto de la familia.
Clarice fue operada de su melonitis estomacal por un equipo internacional de cirujanos, que celebró el éxito de la intervención comiéndose con jamón el melón de casi dos kilos que extrajeron de su estómago.
No por ser menos grave, es menos interesante el reciente caso de papaveritis dental que sufre Violeta Valdenebros, cajera de la conocida cadena de supermercados “Splash”. Violeta afirma haberse sentido subyugada bajo la mirada enamorada de su acompañante, Gerardo Geranio, durante una cena romántica que compartieron en el archiconocido restaurante de la capital “El Zarcillo Dorado”.
“Cuando llegaron los postres- ha declarado Violeta a esta redacción- Gerardo y yo degustamos el pastel de chocolate con semillas de amapola, especialidad de la casa, utilizando una sola cucharilla con la que fue aumentando nuestro deseo de compartir algo más que aquel delicioso dulce”.
Este caso ha suscitado una gran atención por parte del mundo científico y Violeta ha sido objeto de numerosas observaciones y exploraciones físicas más o menos invasivas.
Lo que resulta claro es que la amapola que le ha crecido entre los dos incisivos inferiores del lado izquierdo, a partir de una semilla que se quedó incrustada en dicho lugar, ha echado raíces que le han invadido la mandíbula.
El color rojo intenso y los sedosos pétalos de la flor indican su buen estado y también el de su portadora. La relación entre Gerardo y Violeta, a día de hoy, no puede ir mejor.
Él retira cuidadosamente la amapola en cada beso y la coloca tras la oreja o sobre el pelo a modo de tocado.
“En este caso parece evidente –explica el doctor Joao da Silva- la existencia de una relación entre la papaveritis dental que sufre Violeta y los estados emocionales del corazón, entiéndase amor o desamor. Está claro que la enfermedad ha evolucionado favorablemente ya que la balanza se ha inclinado del lado del enamoramiento visceral”.
Las últimas noticias llegadas a esta redacción han confirmado que Violeta y Gerardo han vuelto a salir a cenar y han pedido, a los postres, suflé de yogur con piñones a la miel.
Y que han terminado la noche bailando tangos en la sala de fiestas “Le Bouganville Rose”, él sosteniéndola por la cintura, ella sujetando entre los dientes el tallo de su amapola, luciendo con orgullo su padecimiento, su feliz papaveritis.
(En Revista Norbania, nº 1. Norbanova, 2011)