Nombre:
Antonio Gutiérrez Sánchez
Origen:
Mérida (Badajoz) 1964
Identidad:
Agente del medio natural y escritor.
Contacto
Antonio Gutiérrez Sánchez nació en Mérida el 25 de marzo de 1964. Sus inquietudes por la conservación de la naturaleza le hicieron trabajar durante cinco años a principios de los 80 como cuidador en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre Accidentada de Badajoz, por entonces perteneciente al ya desaparecido ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza).
En abril de 1987 aprobó las oposiciones a funcionario de la Junta de Extremadura como Agente de Medio Ambiente dentro de la Dirección General de Medio Ambiente.
En la actualidad, 2021, ejerce su oficio de Agente del Medio Natural en la Unidad Territorial de Vigilancia 07 (Badajoz oeste), y es presidente de AMINTA (Asociación española de ayuda a los huérfanos de Agentes Forestales y Medioambientales fallecidos en acto de servicio), así como miembro de la Juntas Directivas de APAMNEX (Asociación Profesional de Agentes del Medio Natural de Extremadura) y de AEAFMA (Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales).
Fruto de sus experiencias en su trabajo, ha publicado tres libros de relatos sobre su profesión:
También ha publicado tres novelas:
Terminada en fase de corrección otra novela: “Un castillo en las Highlands”, y en fase de documentación la tercera parte de “Simón el Verderer” que trascurrirá por tierras de Gata.
—D. Frey Nuño, aunque no parezca que presto atención,
estoy atento a todo lo que me rodea. Y tengo el oído muy fino.
Sé lo que se habla a mi alrededor. No debí sostener la mirada
de la dama con tanto atrevimiento.
—Eso no es pecado, Simón, y tampoco motivo para una
agresión, y menos por parte de indignos soldados que atacan
en clara desventaja a otro hombre. Mas ¿por qué no te
has defendido? Sé que no ha sido por cobardía, pues observé
cómo no te achantabas ante ellos. E igualmente no ignoro que
sabes hacerlo…
—Me sobrestimáis, señor.
—Un hombre como tú, que ha recibido enseñanza y cultura
de grandes señores, como me referiste de camino a Cubillos,
de seguro tendrá también entrenamiento en armas y lucha.
—A veces lo más prudente es no dar pábulo a la ira y convencer
al contrario de que eres inofensivo, sobre todo cuando
estás en clara desventaja.
—Y si yo no hubiera intervenido, ¿qué hubiera pasado? ¡Te
podrían haber matado!
—No lo creo, señor. Ya se cansarían de pegarme —dijo con
una imperceptible sonrisa.
—¿Ya se cansarían? Tienes humor, Simón, a pesar de tu aparente
seriedad.
—Sé que lo único que querían era darme una lección. No
se atreverían a herir gravemente a un hombre que duerme al
amparo del castillo del anfitrión de su señor. Así que, de seguro,
ellos pararían de llegar a mayores. Creo estar en lo cierto
que no hubiera recibido más de cuatro puñetazos.
—¿Y si no hubiera sido así? ¿Si la saña hubiera llegado a
tanta que acabaran con tu vida?
—Os hubieran dejado, don Frey Nuño, con la incógnita
de saber si de verdad Cubillos tiene un fantasma o un simple
ladrón de carne y hueso. Y hubierais hecho un viaje en balde
acompañándome.
El freire rio por las ocurrentes palabras del montero.