Nombre:
Julio Cesar Galán
Origen:
Cáceres (1978)
Identidad:
Poeta, ensayista y dramaturgo.
Página personal:
https://www.juliocesargalan.es
Contacto
Julio César Galán (Cáceres, 1978). Fue lector de español en la Universidad de Argel y profesor asociado en la Universidad de las Islas Baleares. Actualmente es profesor contratado doctor en la Universidad de Extremadura.
CON PERMISO DEL OLVIDO
(Antología poética 1996/2020)
Autor: Julio César Galán
Prólogo: Antonio Ortega; Marco Antonio Núñez
Epílogo: Eduardo Espina
Año: 2021
Editorial Pre-Textos.
Autor de los siguientes poemarios: El ocaso de la aurora, Tres veces luz, Márgenes, Inclinación al envés, El primer día y Testigos de la utopía. Además, ha publicado como heterónimo los siguientes libros de poemas: Gajo de sol, La llanura y Para comenzar todo de nuevo de Luis Yarza; ¿Baile de cerezas o polen germinando? y ¿Una extraña orquídea o un superviento estelar? de Pablo Gaudet; Introducción a la locura de las mariposas de Jimena Alba. Con permiso del olvido (Antología poética 1996/2020) en Editorial Pre-Textos (2021).
De su poesía se han realizado diversas antologías como Ahora sí, Donde es aquí, Acorde para las aguas madres, Anotaciones cardinales, El inventor del Sí, Sin adiós y Con permiso del olvido. Ha sido antologado en Matriz desposeída, Limados. La ruptura textual en la última poesía española, Poéticas del Malestar, Desobediencia, País Ibérico, Exopoetas (de próxima edición), Poéticas del afuera (de próxima edición) y Serán (de próxima edición).
Su obra poética se ha traducido al checo, inglés, francés, portugués, griego y árabe.
Como ensayista cabe destacar: Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia en coautoría con Óscar de la Torre y Jimena Alba, Cuaderno de Sombrario y Correos a los editores. Poesía Especular/Poesía non finito.
Entre sus textos teatrales podemos citar los siguientes: Eureka, La edad del paraíso y No. Bocetos de un libro futuro.
Fragmento del poema "Sobre el nivel del mar", de Tres veces luz.
Ansío toda luz porque un día fijé el mundo
con mi dedo índice,
y amo
el correr de los ríos porque de algunos peces
aprendí hondura.
Fueron mis ojos quienes miraron
por primera vez
que en la caída de los astros se escondían
un niño y una rueda.
Siempre me hice invisible cuando los hombres
pusieron sus manos
sobre mi fingida presencia,
y cuando tuve un brazo que parecía un ala,
las flores que brotaban
en los tejados me otorgaron
las dádivas de un vientre,
ésta es la única verdad que he conocido.
A dos mil pies sobre el nivel del mar
la marcha de los pasos deja de orbitar,
el frío aumenta toda lucidez,
y la respiración es lenta
como la vida en las montañas
y en las ermitas, el corazón renuncia
a cualquier renuncia,
y la única doctrina es la fecundidad.
Nuestro propósito es crecer cuando creamos
y amar a cuanto no desgarre,
nutrirnos de nosotros mismos y no golpearnos
en soledad
y que cada vez que el mundo sea la primavera
nos despojemos de cuanto fuimos
y seremos, formando
la columna que une nubes, espacios y semillas.
El truco no es difícil ni complejo,
tan sólo se necesitan
algunas dosis de serenidad,
concentración y sencillez.
A seis mil pies sobre el nivel del mar
-y subiendo-
los ojos van perdiendo su nostalgia
y para no cegarnos tengo que demostrar
mi destreza en las diferentes artes
de la distancia
y para que no se dilaten las venas
el oxígeno tiene que ser lo más escaso posible.
[…]