Nombre:
José Antonio Cáceres Peña
Origen:
Zarza de Granadilla, Cáceres, en 1941
Identidad:
Poeta gráfico...
Enlaces:
https://joseantoniocaceres.jimdo.com/
Contacto
José Antonio Cáceres nace en Zarza de Granadilla, Cáceres, en 1941. A los once años vive en Hervás, con la familia materna. A los doce años ingresa en el Seminario de Plasencia, donde cursa cinco años de Latín y Humanidades, y dos de Filosofía; entrando en crisis vocacional en el primer trimestre del tercer año. Convalida estudios en Salamanca, y se examina de reválida de sexto. Dos cursos estudia preuniversitario, debido a la crisis de adaptación. Nunca fue buen estudiante: prefería pintar, escribir y leer.
Terminado el bachillerato, quiso ir a Sevilla para estudiar Bellas Artes; pero sus padres no lo permitieron. Decidió estudiar Lenguas Románicas en Madrid, y así poder visitar museos y exposiciones. Poco a poco, sus intereses fueron centrándose más en lo literario. Su último año de carrera fue el sesentiocho, un año convulso y crucial. Entre huelgas y manifestaciones, conoció a Julio Campal, Fernando Millán y el resto del grupo de poesía concreta. Dado que estaba en crisis como poeta, vio en ese movimiento una forma de unir poesía y pintura. A la muerte de Julio Campal, se formó el grupo N.O. y, con dicho grupo, participó en exposiciones y publicaciones en España, Latinoamérica, U.S.A, Italia, Francia, Alemania.
Durante el servicio militar en el que perdió dos cursos escolares (de febrero de 1969 a mayo de 1970), escribió la Memoria de Licenciatura, con el profesor A. Zamora Vicente, sobre El habla de Zarza de Granadilla. Una vez presentada, el profesor le ofreció el puesto de lector en el Magee University College en Londonderry (Derry), Irlanda del Norte, donde pasó dos años y vivió el comienzo de la lucha por la independencia, y el Bloody Sunday en que hubo varios muertos. Pasó, después, a Pisa, Italia, donde fue lector durante seis años. Conoció a varios poetas experimentales; especialmente a Adriano Spatola, que editó su libro de poesía visual Corriente Alterna, dedicado a Octavio Paz. En los años que pasó en Italia, pintó diversos cuadros, y varios más en Tosa de Mar durante unas vacaciones de verano; pero apenas escribió.
Tras la muerte de Franco, decidió regresar a España y, en aquel tiempo convulso, vivió seis meses en el campo, junto a Navalmoral de la Mata. Por indicación de una hermana que vivía en Barcelona, pasó dos años en la escuela de Sant Vicent del Horts. Otros dos años vivió en una comuna, junto a Vilanova i la Geltrù. Terminada esta experiencia, marchó a Cáceres, en cuya universidad fue Asistente de italiano, durante cinco años.
Después de un año en Segura de Toro, bajó a Zarza de Granadilla y se acogió al subsidio para mayores de 52 años. Allí pasó diez años, poniendo a punto sus escritos y pintando algunos cuadros; sabiendo que su afición por la pintura había llegado a su fin propio. Durante estos años conoció al pintor Juan Luis Campos, que recabó dinero entre parientes y amigos, e ilustró, la antología El rostro ante el espejo y, posteriormente, el Libro de Horas, subvencionado por el Ayuntamiento.
Finalmente se trasladó a Hervás, donde después de cuatro años se jubiló, sufrió tres ictus que afectaron a la visión y movilidad de la parte derecha, y conoció a Emilia Oliva, profesora y poeta discursiva y visual, que se ocupó de promocionar, estudiar y publicar su obra y darla a conocer en Internet. Por su mediación se publicaron Elegías y Envíos y Moradas.
INTENTO fijar mi espíritu,
lejos de exaltaciones y caídas
en picado. Tanto dolor
se acumula en el costado,
que el sentimiento cede
como un dique, empujado
por la fuerza de las aguas.
A veces la nostalgia me permite
expandirme, borrando
las máscaras de la angustia,
convirtiendo en dulce martirio
el gozo de estar vivo.
OH Misterio inefable, Tú que fuiste invocado
como fuente que calma la sed,
calma nuestras congojas!
Pues una llaga se abrió al nacer,
como si todo acontecer
fuera un misterio terrible
y hermoso, un sueño
o una pesadilla.
He intentado seguir el camino
de la nada y el despojamiento,
procurando mantenerme
erguido en las tormentas;
¿pero en cuántas caídas me deshice?,
¿me desmoroné en cuántas latitudes?
Oh Alivio de caminantes,
estrella en la noche y el abismo,
guíame por senderos de justicia,
gentileza y compasión; porque me angustia
contemplar cómo sucumbimos los hombres
al menor embate,
mientras la ola del tiempo se derrama
sin cesar, no dejando huella
ni memoria tras de sí.
SIGO el camino de piedra,
llevado por el rumor del viento.
Siento como si nada tuviera sentido;
y, de pronto, todo rebosa
de misteriosas ráfagas, anhelos o voces.
Esta paradoja me deja perplejo,
a merced del flujo y la disolución.
Lo que era, ya no es,
y yo soy otro.
Miro la hierba, el camino de arena,
siento el viento cálido
que me azota y precipita
en espacios de cristal.
Todo está en silencio,
salvo la ráfaga que golpea
las ramas de un otoño desnudo.
Mi cuerpo gime con el viento;
mas un gozo extraño
aflora en las nubes.
La tierra que piso es un enigma.
Y, a medida que camino,
me desplomo en la imagen.
diciembre, '04
MI amor está en esta tierra
y en el arcano vacío,
que ni medir ni contar se puede.
Ese misterio es mi meta.
Su luz me ayuda a remontar
la ola del tiempo.
Por eso, el lento atardecer
abre una herida en mi pecho.
Por eso, la noche estrellada
me fascina y me embauca. Por eso,
mi alarido es
una risa que se expande
sin eco. Oh qué suave herida esa herida
del alma. Como una primavera
colmada de nieves.
SABIO es el camino del medio,
en que todo es importante
y nada tiene importancia.
Si todo es importante,
haremos con esmero nuestra tarea.
Si nada es importante,
no nos daremos importancia.