Escritor hispano-colombiano, nacido en Don Benito (Badajoz), pero criado en las montañas colombianas (Marquetalia y Manizales). Viajero empedernido. Se ha desempeñado como docente universitario y consultor ministerial en Colombia. Columnista y corresponsal en varios medios latinoamericanos y gestor cultural de reconocida trayectoria. Es médico, especialista en drogas y deporte... [Ficha del autor]
Entrevistadora: Irene Sánchez Carrón.
Antonio, dinos ¿Dónde y cuándo comenzó todo?
Al final de la infancia cuando aún vivía en Colombia, en la mítica localidad de Marquetalia, fundada por mi bisabuelo. Mi padre, hombre de ciencias, pero gran lector, me inculcó el gusto por la literatura. Mi madre, hija de un gran pintor extremeño, el afecto y la sensibilidad. Pero fue mi abuela paterna, Natividad, la que me transmitió el gusto por contar historias. Esto como antesala. Pero fue mi viaje a España a los once años, enviado por mis padres a estudiar, y por razones que nunca llegó a develárseme del todo, la que me hizo empezar a sentir nostalgia del lugar donde me crie, Marquetalia, y a evocar sus paisajes y a sus gentes, especialmente a mi familia y a mis amigos.
¿Cómo te diste cuenta de que querías escribir?
Ya en España, radicado en Don Benito y estudiando en el colegio Claret. Yo contaba algunas de las historias vividas en Colombia, o las que me había contado mi abuela de los tiempos de la fundación o los mitos campesinos, y sentía que eso que yo decía, si no quedaba grabado en algún lugar o escrito en algún papel, se iba a perder. Por eso empecé a escribir, narrando historias de mi paraíso particular, la Marquetalia que había dejado atrás y a la que tardé muchos años en volver.
Curiosamente, a la poesía llegué más tarde, y se lo debo a algún profesor del colegio Claret y a mi abuela española, Carolina Barquero, mujer culta, recia, exigente, buena lectora de novelas, que pronto me insinuó que yo no servía para la pintura (había hecho algún pinito dibujando) y que, tal vez, debía intentarlo con el verso, sin mucha convicción. Jeje.
¿Tienes algún lugar concreto donde te gusta trabajar?
Si te refieres a la escritura, ninguno en particular. A veces lo hago en el estudio que tengo en mi casa, otras en la mesa del comedor (lo hago mucho ahí) e, incluso, en el escritorio de alguno de los despachos que ocupo en el trabajo, en algún momentillo de descanso; aunque esto ahora es cada vez más difícil con la sobrecarga que tenemos de trabajo los médicos por la pandemia y los problemas estructurales de la atención primaria. También lo hago a veces en la mesa de un bar o una cafetería, apuntes al vuelo, que llamo yo.
¿Cómo organizas tu tiempo cuando escribes? ¿Tienes alguna rutina?
No tengo ninguna organización, soy absolutamente caótico, no tengo ninguna rutina. Escribo cuando puedo y donde puedo. Eso sí, no es lo mismo cuando escribo poesía que cuando me dedico a la narrativa, o al ensayo, o a la investigación literaria o científica. Siempre escribo primero a mano, y luego lo paso al ordenador. El género determina muchas veces el método.
¿Cómo has conseguido publicar tus libros?
De diversas maneras. Los premios han sido la vía más recurrida, sobre todo al principio, seis o siete los he publicado por esta vía; así pasó con Desplazados del paraíso que se publicó gracias a que gané el Premio Nacional de Poesía “Ciudad de Bogotá” en 2003, por ejemplo. Contratos con editoriales pequeñas o universitarias; nunca con las grandes, eso sí, salvo el libro de Dalí que firmé con la Editorial Panamericana en Colombia en 2004, ¡mi superventas!
¿En qué género te encuentras más cómodo?
No tengo problema con eso. El tema determina el género, creo yo. Verbigracia, la investigación sobre la vida y obra de Dalí o la de mi abuelo Alfonso Trajano determinó que fuera en prosa, lógicamente. Me siento muy cómodo narrando, pero es evidente que con la poesía siento una especial sintonía.
¿De dónde dirías que parte la inspiración?
De bien adentro, pero no sé dónde queda ese lugar. De vivencias, de recuerdos, de sueños, de lecturas; todo es susceptible de generar en mí inspiración.
Antonio, cuenta brevemente una anécdota real que haya pasado a formar parte de tu obra literaria.
Irene, tengo muchas, algunas muy duras, como por ejemplo la relacionada con el secuestro de mi hermano que “narro” en una parte de mi poemario En las fronteras del miedo. Los poemas del Desplazados del paraíso parten casi todos de vivencias reales poetizadas. Mi cuento Epigolatría, un texto muy experimental que se ha publicado en varias antologías en Colombia y España, da cuenta de la historia de una ruptura amorosa bastante dolorosa que efectivamente sucedió así. Mi poema Homenaje a un Torero. Bailarín milenario, evoca la cogida mortal de Pepe Cáceres, un famoso torero colombiano muy relacionado con Manizales.
¿A qué dedicas el tiempo libre?
¿Tengo tiempo libre? Ando metido en tantas cosas que el tiempo libre para mí no existe en su acepción convencional. Mi tiempo está lleno de lecturas, de escritura, de ir a cine, de gestión cultural y de viajes, y de hacer algo de ejercicio: caminar y jugar baloncesto, cuando puedo. Mi ocio es activo, pocas veces contemplativo.
De tus libros, ¿con cuál te quedarías o cuál corregirías en profundidad?
De especial significación para mí son los tres que componen el Tríptico del paraíso (Desplazados del paraíso, En las fronteras del miedo y Corazón de piedra); El arte de escandalizar, la biografía de Salvador Dalí y De luz y de sombra, la biografía de mi abuelo Alfonso Trajano. Los que tengo para corregir en profundidad, aún no los he publicado, menos mal. Jeje
¿Tienes alguna sugerencia para quienes estén comenzando?
Leer, leer, y leer, con gusto y de todo; y, luego, aventurarse y practicar. El oficio se logra con el ejercicio. Y si hay talento, todo llegará.
¿Cómo te comunicas con tus lectores?
Uso las redes como casi todo el mundo ahora, sin abusar, porque prefiero la presencia directa, personal. Y ofreciéndoles mis libros, invitándolos a leerlos.
¿Qué estás leyendo en este momento?
Siempre tengo varios libros que leo a la vez. Manual de hipocondría de Octavio Escobar; Tratados de armonía de Antonio Colinas; Otros mundos de Thomas Halliday, repaso algunas cosas de Antonio de Nebrija y releo La última cabaña de Yolanda Regidor.
Recomienda un lugar en Extremadura.
Tengo especial predilección por Mérida, Trujillo, Medellín, Cáceres y Zalamea.
¿Podrías compartir con nuestro blog algún texto cuyo escenario o motivo sea extremeño?
Sí, claro. Este, por ejemplo, Tontos amores, escrito en el bar Cuatro Rosas de Don Benito, un lugar al que acudía con frecuencia con mis amigos:
TONTOS AMORES
Este tonto amor
me hace esperarte
toda la tarde
con cuatro rosas
entre los dedos
y mariposas verdes
sobre los párpados.
Un café.
El periódico.
Y el camarero que me compadece
con su mirada cómplice:
Al mediodía ha escuchado
otros nombres salir de tus labios.
Sabe que nunca vendrás,
y a pesar de todo
me acompaña en la inutilidad
de la espera.
Ya lo sé,
es imposible que vengas,
pero es que hay amores así,
que esperan,
tan tontos.
Recomienda algún texto (poema, cita, párrafo) de un escritor extremeño o que haya escrito sobre Extremadura.
Muchos, ufff. Hay tan buena literatura en esta región, que no sabe uno por cuál decidirse. Hay cosas de José Antonio Gabriel y Galán, de Félix Grande, de Luis Landero, de ti Irene, de Basilio Sánchez o Álvaro Valverde, que son reseñables, a sabiendas de que soy injusto y me quedo corto.
De Gonzalo Hidalgo Bayal en El espíritu áspero: “Se ama la tierra de los asombros o de los deslumbramientos, que es la de la niñez, y para eso vale cualquier tierra, o la tierra en la que se ha creído entreverla felicidad, que carece de geografías”. Del muy querido y recordado José Antonio Galán, un poema brevísimo, que aparece en Descartes mentía, titulado Estado de salud: A punto estuvimos de morir de amor, pero el amor murió y nosotros vivimos.
Cuéntanos qué tienes ahora entre manos.
Como siempre ando con varios proyectos a la vez, aunque dicen que da mala suerte hablar de eso; pero no pasa nada si los menciono de paso. En marcha, una novela; en marcha, un libro de poesía; en marcha, una investigación sobre un escritor extremeño; y una antología de cuento. Ya está, para qué más. Con todo esto yo creo que es más que suficiente para ocuparme por mucho tiempo. Eso sin contar los temas de gestión cultural entre Extremadura y América con los que estoy empeñado desde hace muchos años. Bueno, y preparando mis dos próximos viajes a Colombia estos próximos meses para asistir a la Feria del Libro de Manizales y la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.
Julio 2022
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Bertulio (domingo, 02 octubre 2022 23:50)
A grandes rasgos,nos cuenta tu vida dentro de las letras.
El solo mencionar a MARQUETALIA me motiva a aplaudirle y felicitarte .
Administrador (lunes, 03 octubre 2022 11:16)
Gracias "Bertulio" por comentar. Un cordial saludo.
Teresita (miércoles, 05 octubre 2022 04:42)
Que encanto es, leer a Antonio María Florez todo un placer...
Jorge Octavio (sábado, 08 octubre 2022 20:53)
Es una dicha que la contagiosa vitalidad que irradia de manera tan auténtica el Dr. Antonio María haya podido materializarse en lenguaje. Así, puede expandirse por todos los espacios y perdurar, como en efecto ya está sucediendo. Felicitaciones y larga existencia.